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24 de mayo de 2020

Parte de guerra carlista del asalto y toma del fuerte de Axpe, el 12 de abril de 1875

Vistas actuales donde estuvo el fuerte de Axpe
Durante el desarrollo de la segunda guerra carlista, o tercera según la historiografía tradicional, que duró entre 1872 y 1876, en los últimos coletazos de está se dará el episodio más destacado que se vivió en nuestro pueblo: el asalto al fuerte de Axpe, ocurrido el 12 de abril de 1875.

Próximamente haré un artículo más extenso sobre el asalto del fuerte situado en la cima del Axpuru, pero la cuestión es que hace unas semanas Luis Alberto Zubiaur, coautor del libro del centenario del Erandio Club, me trajo una fotocopia del parte original de guerra por parte de los carlistas, en el que se describe el suceso por parte carlista. Desde aquí mis agradecimientos a Luis Alberto por traerme una fotocopia del documento. Un documento importante para saber cómo se produce el asalto del fuerte liberal, que servía para defender el tráfico fluvial por parte de los liberales, pero también lo era para entorpecerlo, si lo controlaba los carlista. Un asalto que, si bien, no tuvo transcendencia, sirvió para que el Coronel Carlista, Eulogio de Isasi, fuera obsequiado por el Señorío de Vizcaya con un sable de honor por dicha acción en contra de los intereses liberales.

Sable de honor de Eulogio de Isasi, tras el asalto del fuerte de Axpe.

ASALTO Y TOMA DEL CASTILLO DE ASPE
En la madrugada del 12 de abril de 1875 por el teniente coronel D. Eulogio de Isasi con 12 oficiales y 80 voluntarios del Ballón de Arratia.

Tomadas oportunamente las medidas, por el jefe Isasi y concedida la venia por Comandante Oficial de Vizcaya D. Elicio Berriz, dispusose el asalto del Castillo, para la noche del día 11 de abril de 1875 y al efecto ordenó al Capitán Aspe, que reuniera sobre Erandio todas las compañías de dicho batallón, destacadas en los puntos de Plencia, Sopelana, Berango, Guecho, Lejona, Lujua y Asua.

Conseguida esta operación, bastante costosa, por hallarse la noche muy oscura y lluviosa y ejecutado todo con el mayor sigilo, sin que advirtieran ningún síntoma el enemigo, encerrado en el fuerte, ordenó el Capitán Aspe, eligiera de dicha fuerza, 10 oficiales y 80 voluntarios, distribuyendo esta fuerza en dos secciones, y encomendó una de las secciones al Capitán D. Ramón de Aspe, y la otra dirigida por el Sr. D. Eulogio de Isasi, jefe de dicho batallón.

Dispuso asimismo que el 1er comandante D. Tomás de Zuluaga al frente de 4 compañías, se situase muy próximo al Castillo, como reserva, por lo que pudiera ocurrir, mientras que el resto del batallón quedaba esparcido en Guecho, Lujua, Lejona y Asua, a las ordenes del segundo Comandante D. Basilio de Echeandia. 

Colocado el batallón del modo indicado y después de haber arengado el Sr. Teniente Coronel ya repetido, a los 12 oficiales y 80 voluntarios, a acometer aquella empresa, que la creía muy honrosa para la causa carlista y que daría realce al batallón, emprendió la marcha a las 2 de la madrugada, dando órdenes al Capitán Aspe, para que acometiese al fuerte por la parte del norte, entrada que conducía al Castillo, mientras que él mismo Sr. de Ysasi, con el Capitán Uriarte, lo haría por la parte opuesta, salvando los fosos y escalando los muros. 

Con no poco trabajo, subieron la pendiente cuesta que está al pié del fuerte, resbalándose aquí y cayendo allí, motivo a la gran oscuridad y mal terreno que pisaban, cubiertos de lodo, llegando ya a primeras horas de la madrugada del día 12, las dos secciones al fuerte y ejecutando cuanto se había prevenido, se echaron en seguida sobre tres centinelas, que vigilaban, no dándoles ni siquiera tiempo para pronunciar el alto, según por ordenanza está presumido. 

Una vez dentro del fuerte, pasaron unos al cuerpo de guardia, del que salió un Teniente que mandaba la fuerza con espada desenvainada, juntamente con algunos soldados a defenderse, trabándose una lucha cuerpo a cuerpo, dando como resultado el quedar ensartados entre bayonetas, dicho Teniente con algunos soldados, mientras que otros se dirigieron a la casa en donde se hallaban el Comandante y oficiales y habiéndole insinuado la rendición, se negaron a ello, respondiendo con varios disparos de revolver y carabina, con los que hirieron de gravedad al teniente carlista Pablo. 

Viéndose ya presos y acometidos los alfonsinos y expuestos a ser abrasados, por haberse subido ya al tejado de la casa, los voluntarios carlistas y les amenazaban con petroleo, no les quedó otro recurso, que el de rendirse o deserción. 

Desde este momento, toda la fuerza que defendía el Castillo quedó prisionera, reduciendo a 1 Comandante, 6 oficiales, 120 individuos de tropa de infantería con artilleros, viéndose además muertos, 1 Teniente con 10 soldados y herido de gravedad 1 alférez de artillería. 

Las perdidas carlistas, se redujeron al Teniente Pablo con 4 voluntarios heridos gravemente y leves el Capitán Aspe con otros 6 voluntarios. 

El botín adquirido consistió en 1 cañón de a 16, otro de a 14, más 900 granadas para los mismos, gran cantidad de pólvora, 70 cajas de cartuchos de carabina, 10 cajas de galletas, varias fanegas de arroz y otra porción de comestibles. 

Pasose parte de este resultado al Comandante General Berriz y éste ordenó, que se condujese de su presencia los prisioneros, disponiendo asimismo, que se trabajase por retirar todo lo que encerraba el fuerte y habiéndolo hecho del cañón de a 14 e inutilizado el de a 16, con dinamita, por no poderse arrancar del suelo y recogidos todos los materiales de boca y guerra y dando fuego a las casas de oficiales, cuerpos de guardia y cantina, se abandonó el Castillo a las 3 de la tarde, hallándose este sufriendo ya, el bombardeo del fuerte


Fuentes:
GONZÁLEZ MORENO, JORGE: "Las Guerras Carlistas en Erandio", Ediciones Ende, Sevilla, 2016.

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