Son pocos los erandiotarras que conocen quién fue el legionario Maderal, pero aun son muchos menos los que saben de la existencia de otro héroe erandiotarra del ejército, en concreto de la aviación española, llamado Pedro Mariano Calvo Alonso, cuya aventura que a continuación relataremos podría servir de guión para una película.
Pedro Mariano Calvo Alonso nació el 15 de junio de 1902, en Barakaldo, si bien con escasos cuatro años sus padres, Mariano Calvo Rodríguez y María Alonso García de Tuñón. se trasladarán a Erandio, que será donde transcurra buena parte de su vida.
Ingresó en el Ejército en el Cuerpo de Ingenieros en febrero de 1924, en el Aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid). En la Sección de Automóviles de dicho Aeródromo, realizó su primer contacto con la Aviación, como soldado mecánico.
Meses después, en junio de 1924, solicita realizar el curso de Mecánicos, para el que realiza el oportuno examen de ingreso, en este sentido de los 200 mecánicos que aprobaron, entre más de 2.000 aspirantes, Mariano Calvo obtuvo la segunda plaza. De este modo, se incorporará a la Escuela de Mecánicos, en el Aeródromo madrileño de Cuatro Viento formando parte de la 11ª Promoción de Mecánicos de Aviación. Finalizará el curso con el número dos de la promoción y se le concede el título número 514 de Mecánico de Aviación. Por sus cualidades humanas y su gran preparación técnica, al finalizar el curso es destinado a la Escuela de Mecánicos como auxiliar del profesor de dibujo y de motores. Asimismo, se le asignan los motores y aviones en plantilla en la citada Escuela, lo que le permitirá adquirir cierta experiencia de vuelo.
Así, Calvo Alonso, estará hasta principios de 1925, cuando, siendo todavía soldado-mecánico, será propuesto por el jefe de la Escuela de Mecánicos para participar en el raid Madrid-Manila. Para ello se le nombrará "plaza aérea", con el fin de que pudiera prepararse con total dedicación para tal misión.
Esta misión la llevaría a cabo formando equipo con el capitán piloto, Rafael Martínez Esteve en el avión Breguet XIX número 4, bautizado como “Fernando de Magallanes”, un avión de serie, sin ninguna modificación especial para tal misión, por lo que se tendrá que revisar totalmente para ver si estaba en buenas condiciones para llegar hasta Manila. Revisión y puesta a punto que se haría con bastante celeridad, como bien se reconocería semanas después, terminando justamente en vísperas del día de partir. En consecuencia, el avión quedó falto de algunos detalles que pudieron afectar a su seguridad.
El avión tripulado por el capitán Esteve y el mecánico erandiotarra Calvo (Fuente: Martinez Esteve, Rafael: "Una Aventura en el Desierto") |
El vuelo histórico lo realizarían, además del Breguet XIX de Esteve y Calvo, otros dos Breguet XIX, que formarían los tres la llamada "Escuadrilla Elcano". Los tres Breguet XIX, equipados con nuevos motores Lorraine, partirían del aeródromo de Cuatro Vientos el 5 de abril de 1926, a las 8:15, con destino a las Islas Filipinas. Los aviadores eran Eduardo González-Gallarza, Joaquín Loriga Taboada y Rafael Martínez Esteve, y sus correspondientes mecánicos Joaquín Arozamena Postigo, Eugenio Pérez y Mariano Calvo.
La "Escuadrilla Elcano", antes de salir de Cuatro Vientos (Fuente: Martinez Esteve, Rafael: "Una Aventura en el Desierto") |
En cuanto a la valoración de riesgos, el trayecto de Madrid a El Cairo lo consideraban los expedicionarios sin dificultades especiales, ya que le viaje por el norte de África era sobradamente frecuentado, la meteorología no difería mucho de la del Protectorado español en Marruecos, muy conocido por todos los pilotos españoles, y existían buenos aeródromos militares en todos los puntos de escala. Mayores riesgos ofrecía la etapa El Cairo-Bagdad, la más larga, con gran parte de su recorrido sobre el desierto. El hecho de que fuera sobrevolada periódicamente por los aviadores ingleses, que habían dispuesto cada 50 Km. campos eventuales de aterrizaje, identificados por las letras sucesivas del abecedario, reducía aparentemente su peligrosidad, pero luego se vería que seguían existiendo muchos puntos de incertidumbre.
En El Cairo Esteve y Calvo acompañados del ministro español, Sr. Vallín y su sobrina, entre otros. (Fuente: Martinez Esteve, Rafael: "Una Aventura en el Desierto") |
Así pues los riesgos del viaje se concentraban, sobre todo en la sexta etapa, que era la más larga y la que comprendía la distancia entre El Cairo y Bagdad, con gran parte de su recorrido por el desierto. Será en esta etapa cuando las aspiraciones de Calvo y Esteve se desvanezcan. En este sentido tras penetrar decididamente los aviones de Esteve y Loriga, después de sobrevolar Amman (actual capital de Jordania), se producirá un fuerte estampido en el avión de Esteve que alarmará a los dos tripulantes, si bien se trataba del reventón de un neumático por la sobrepresión del aire a causa del calor. Aun así, poco después el grupo motopropulsor del avion deja de funcionar lentamente y Esteve y Calvo tendrán que aterrizar en un campo, al que llegaron planeando desde 1.800 metros de altura. Así, habiendo recorrido más de la mitad de la etapa, tomarán tierra en la parte jordana del desierto de Siria.
Tras tocar tierra Esteve y Calvo revisarán el motor encontrando la causa de la avería, todos los depósitos de combustible, incluida la nodriza de 30 litros, concurrían en un colector acondicionado por una llave general de paso, maniobrada desde el asiento del piloto. Una grieta en un remache del amortiguador de presión había hecho que se fuera perdiendo la gasolina. A la media hora de haber tomado tierra en mitad del desierto, el avión ya estaba reparado, pero sin nada de gasolina, poco podían hacer. la única solución era llamar la atención de los aviones ingleses que sobrevolaban la zona.
En consecuencia, con la intención de llamar la atención construirán un pequeño hornillo en el que quemarán algunos de los litros de aceite del motor, con el fin de que se viera desde varios kilómetros alrededor. Además pusieron en el suelo algunas señales con las fundas negras de la hélice y el motor, así como un lienzo blanco, mientras se resguardaban del tiempo bajo las alas, bebiendo el poco agua que tenían en unos termos. 4 horas después del aterrizaje de emergencia verán como dos aviones pasan cerca de ellos sin percatarse de ellos, lo que ocurrirá también una hora antes de anochecer.
Llega la primera noche y bajan las temperaturas, lo que hará que se agazapen en los asientos del avión, con las armas al lado y abrigados con los trajes de vuelo recubiertos de piel, si bien esto no hará no pasen frío.
Al atardecer del día siguiente, 12 de abril, cuando varias patrullas de la RAF británica pasan sin verles, deciden que se deben de poner en camino abandonando el avión. De este modo, irán en dirección hacia una caravana de beduinos que había visto Esteve entre Amman y el punto de aterrizaje. Llevarían tres termos de agua de medio litro cada uno, y algunos litros más en un neumático, media manzana, un par de zapatos, y dos pares de calcetines adicionales, un plano, un cuchillo y las armas de fuego. En sitio visible y atados a los montantes del ala dejaron varias notas en francés, ingles, árabe y castellano explicando la avería, la hora en la que habían marchado y el camino que tenían intención de seguir. Durante ese día 12 la marcha la fueron sobrellevando, sin mayores problemas. Con la llegada del anochecer seguirán andando, conforme a los conocimientos de las estrellas del cielo que tenía el erandiotarra, puesto que había sido antiguo estudiante de naútica cuando vivía en Erandio.
Los problemas serios van a empezar desde el amanecer del día 13 de abril, cuando desde las 8 de la mañana aparezca un abrasador calor que les llevará a beberse el agua de los termos y a seguir con la del neumático. Los dos lo pasarán mal hasta poco antes del crepúsculo donde se suavizarán las temperaturas y Calvo, bajo de fuerzas conseguirá descansar durmiendo hasta el día siguiente. En el libro de las memorias que escribiría el propio Esteve, en 1926, "Una aventura en el desierto”, se decía: "contemplo a Calvo que adelgaza por minutos; ya no habla, sus ojos vagan en el vacío como añorando cosas y seres lejanos; hoy he sentido los primeros chispazos de la sed; agotada el agua de los termos, bebemos la del neumático de sabor desagradable y sin experimentar alivio alguno, de los labios agrietados por el sol ha manado abundante sangre..."
Al amanecer del día 14 de abril conseguirán aplacar un poco la sed y el hambre al encontrar unas raíces que extraerán con el cuchillo. Ya al atardecer, mientras Calvo está dormido, Esteve se alejará del lugar donde estaban, con el fin de explorar los alrededores, pero cuando vuelve Calvo ya no estaba. El propio Esteve explicaba en sus memorías como "seguramente él, intranquilo por mi ausencia, había salido a encontrarme; le busqué inútilmente, le llamé a grandes voces, hasta que al anochecer, de sesperado y triste, me senté en las orillas del lago sin armas, sin agua y sin saber qué suerte correría mi compañero de viaje, mi amigo en la adversidad."
Esteve decidirá seguir caminando toda la noche dirección Este-Oeste hasta que termina toda la llanura al día siguiente, 15 de abril, penetrando en un terreno más montañoso. Pasará una patrulla de aviones ingleses, a escasos 50 metros de donde se encontraba, sin resultados positivos. Esteve tuvo que caminar descalzo, lo que a principio le resulto agradable, pero más adelante le produjo numerosas y profundas heridas, de las que emanaba abundante sangre, que con el calor se coagulaba rápidamente, formando una capa negra. Exhausto al anochecer decidirá dormir, hasta la mañana del 16, en el que con fiebre decidirá proseguir su andadura, hasta que por la tarde, sin apenas fuerzas, fue descubierto por la patrulla formada por el teniente Coggle y el capitán Maxwell, jefe de la 47 escuadrilla de la RAF. El capitán rompió las dos ruedas y el tren de aterrizaje al tomar tierra, lo que obligó a los tres a pasar la noche en el desierto, que era la sexta para Esteve y para Calvo, que se había quedado en el lugar indicado, esperando rescate.
El día 17 llegan los tres en vuelo al campamento "D" próximo a Amman, y ese mismo día a las 13, los ingleses consiguen rescatar a Calvo. El erandiotarra, estenuado, había visto como un avión inglés había tenido que aterrizar a escasos 2 kilometros de él, por lo que intentará llegar a ellos, los últimos metros arrastrándose por el desierto, puesto que los ingleses no escucharon los disparos que había estado haciendo al aire para que le vieran. Dos horas más tarde, a las 15 volvían a estar juntos Calvo y Esteve.
ABC, 28-4-1926, pág.11 |
El Emir Abdallah, procuró hacer a Esteve y Calvo lo más agradable posible la estancia allí, a la espera de la contestación de la petición de permiso para proseguir el viaje con final en Manila, pero el 21 de abril llegará la respuesta desde Madrid, respuesta negativa ya que en aquellos momentos Gallarza y Lóriga estaban ya en Calcuta. En este sentido, el día 23 de abril, despegó el Breguet número 4 del aeródromo eventual M pero una avería en un avión inglés de acoplamiento obligaría a Esteve y Calvo a pasar una séptima noche en el desierto. El 24 llegaban a Amman y el 28 a Egipto.
Loriga y Galarza llegarían el día 13 de mayo de 1926 a las 11:20, a Manila, después de haber recorrido 17.100 kilometros en 18 etapas y 106,15 horas de vuelo. Aun así, siempre en todos los actos de bienvenida se tuvo siempre en cuenta a quienes no pudieron llegar por avatares del destino y reconocer la heroicidad de Esteve y el erandiotarra Calvo en el desierto.
ABC, 5-6-1926, pág.19 |
Al regreso de aquel histórico vuelo, Pedro Mariano Calvo fue recibido en el Ayuntamiento de Erandio por su corporación, estando de alcalde Pascasio Echarri, y numerosos vecinos y amigos, que quisieron rendirle homenaje. Por los hechos realizados, y a pesar de no terminar el raid, Mariano Pedro Calvo fue recompensado por el Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria con la Medalla de Plata de Ultramar.
Pero la carrera militar de Calvo no acabaría aun. En 1928 ascendería a sargento. Como sargento mecánico, después de haber estado destinado durante un tiempo en Marruecos y Sevilla, estaría varios años en el aeródromo de Logroño, hasta que finaliza la guerra. Posteriormente, pasaría a formar parte del Parque Regional del Centro (en el aeródromo de Cuatro Vientos) y se incorporó como alumno a la academia Militar de Ingenieros Aeronáuticos, rama de Ayudantes. Por aquellos años, en la Escuela de Mecánicos donde, llevado por su interés por el desarrollo de las herramientas y utillajes de la época, inventó, y por ello fue premiado, un nuevo tipo de elevador universal para aviones de caza, reconocimiento y de bombardeo. Ascendió a Ayudante de primera el 1 de octubre de 1945 y allí actuó como ayudante de profesor en la Asignatura de "motores", encargado de las prácticas hasta que a principios de los años 50 fue destinado a la Maestranza Aerea de Leon, poco después de casarse con María Gómez López, el 28 de mayo de 1947.
Posteriormente pasó a prestar sus servicios en la Dirección General de Industria y Material y el 5 de febrero de 1953, fue promovido al empleo de ayudante jefe (asimilado a comandante) sin que por ello causara baja en su destino, en el cual dio término a su carrera militar, el 15 de junio de 1964. Fallecería en Madrid, el 17 de abril de 1986.
En 1981, Correos, emitía un sello en homenaje al raid Madrid-Manila |
Bibliografía:
MANZANO, ANASTASIO: “Paisajes históricos de Erandio”. Elkar, Bilbao, 1985
MARTINEZ ESTEVE, RAFAEL: "Una aventura en el desierto", Espasa-Calpe, Madrid, 1926
Periódicos:
ABC
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