6 de marzo de 2020

El Puerto Real de Asúa

Apenas quedan restos que nos permitan vislumbrar en el barrio erandiotarra de Asúa, cómo fue el puerto que hubo allí, desde tiempos medievales, y que dependía de las idas y venidas de la marea que hasta allá afectaban y posibilitaba que las embarcaciones llegaran hasta allí.

Estado de abandono de los restos del muelle del puerto de Asúa (Fuente: www.historiasdeerandio.blogspot.com)

La primera mención del puerto de Asúa data de 1399. En una disposición mercantil, de tiempos de Enrique III, ya se menciona al puerto de Asúa como un lugar donde se podía embodegar vino extranjero, así, el vino que se trajese de fuera del Señorío, de La Rochela, de Burdeos, de Galicia o de Portugal, podría ser envasado en puertos como el de Asua, si bien no podía ser comercializado, ya que esto perjudicaba a la villa de Bilbao. Esta cuestión de poner siempre primero a la economía bilbaína, va a condicionar la historia del desaparecido puerto de Asúa. Por aquellos tiempos, y a principios del s. XV la zona del Valle de Asúa era una de las zonas de población más densas de la provincia, y concretamente la zona donde estaba situado el puerto tenía cierta actividad económica. No era casual que a escasos metros de donde se situaba el puerto, estuviera la Casa de los linaje de los Asúa. Son por tanto tiempos de bonanza para el puerto y la actividad que en torno a él se realiza, no en vano durante la guerra de los 100 años hubo naos españolas que fueron preparadas en el puerto.

Con la llegada de Enrique IV al trono, en 1455 el puerto tendrá carácter de "real", y la actividad fue en aumento, cuestión que no gustará a la villa de Bilbao quejándose una vez más de la sidra que llegaba al puerto y que se vendía en perjuicio de los cosecheros de la villa. Lo mismo ocurría con los vinos importados que llegaban de fuera. A pesar de las quejas y las protestas por parte de Bilbao, pero también de Portugalete, que también era villa, el puerto de Asúa va consolidando su actividad, hasta bien entrado el s. XVI. 

A partir de entonces Bilbao se volverá cada vez más beligerante con la actividad portuaria que se estaba llevando en varias zonas de la cuenca del Nervión, seguía sin ver con buenos ojos las actividades de carga y descarga que había en zonas como Barakaldo, Abando o Asúa, y pujaba porque solo se pudiera descargar en todo el cauce del Nervión en Portugalete y Bilbao. Desde las villas harán todo lo posible para que puertos como el de Asúa disminuyera su actividad, y con el tiempo lo conseguirán, si bien el puerto seguirá manteniendo cierta actividad, de hecho además de la importación de vino, también se sabe de la comercialización de productos como madera, hierro o cereales, esto último en estrecha relación con algunos molinos de la zona

Si bien la actividad iba a disminuir con el tiempo, por la presión de Bilbao, la actividad que seguía habiendo necesitaba de ciertas obras de infraestructura en cuanto a caminos. En este sentido, en verano de 1570 hay una petición al Señorío para reparar el camino que conducía al puerto de Asúa, y que transcurría por todo el Txorierri, siendo uno de los principales. En la propia petición se indica que "no se podía transitar ni a pie ni a caballo; y que hecha la debida información de utilidad se envíe a la corte persona para pedir licencia para echar alguna imposición con el fin de reparar el camino".

En el s. XVII a través del puerto se estaban moviendo grandes cantidades de mineral de hierro destinadas a las ferrerías del Señorío, formando un importante volumen de negocio, a pesar de tener prohibidas ciertas actividades, relacionado con las manufacturas del Vizcaya preindustrial. En consecuencia y más allá de las trabas que se habían impuesto sobre el puerto a través de los años, la actividad seguía existiendo y tras los hechos consumados de legalizará prácticamente toda actividad mercantil del puerto, casi a finales de siglo, si bien para entonces el puerto de Asúa se convertiría en una especie de puerto auxiliar del comercio legal que giraba ya en torno al puerto de Bilbao, que era, sin duda el que más volumen de mercancía movía en toda la cuenca del Nervión.

En el s. XVIII, el siglo de oro de la actividad portuaria en Asúa, el puerto continua su actividad comercial, en estos tiempos relacionada con grandes proyectos de desarrollo económicos propios de la monarquía de aquella época. No en vano, por Asúa, además de pasar madera para negocios particulares, también se almacenará y se exportará para la construcción de navíos de guerra que mantenían y aseguraban las principales rutas comerciales con América. Sabemos también que en 1727, como en casi todos los puertos había una taberna, esta estaba regendada por Antonio de Zamarripa, vecino del pueblo, que se encargaba de vender el vino que llegaba del puerto, y cobrar la "sisa", un impuesto que cobraba el Ayuntamiento por ser bien de primera necesidad por aquel entonces. Además de la madera Asúa en esta época era un lugar estratégico para el tráfico del hierro tan necesario para las ferrerías.

Pero si la madera y el hierro eran importantes no lo será menos la actividad de los curtidores. De hecho varios comerciantes extranjeros pedirán permiso para realizar allí actividades comerciales relacionados con el curtido, la comercialización y el tráfico de materias primas para las curtidurías instaladas en la zona.

A finales del siglo XVIII y mientras se hundía el Antiguo Régimen Asua y sus muelles estaban considerados como un punto  importancia para la principal economía que domina la ría. Es decir, la villa de Bilbao. Para entonces Asúa rebosaba de actividad comercial en el tráfico de materias primas. Eran de uso libre y público los descargaderos y muelles de Asúa. Podían hacer uso común todos los vecinos del pueblo y los moradores de la zona. 

Con la entrada del nuevo siglo Asúa se convertirá en uno de los puertos más concurridos de todo el Señorío, llegando a estar a principios de los años 20 tan sólo por debajo de Bilbao, gracias al continuo comercio de géneros de carga y descarga, y que en algún momento llegará incluso a rivalizar directamente con el puerto de la capital. Hay documentos que hablan de más de 20.000 carros cargados con mercancías de pueblos vecinos, si bien es difícil precisar dichos datos.

La decadencia comenzará poco tiempo después, reinando Fernando VII. Para entonces el tráfico va a empezar a decaer de manera considerable. Las liberaciones del Ayuntamiento de Erandio les llevarán a intentar tomar alguna medida, no sólo en Asúa, sino en otros puntos donde se llevaba a cabo actividad de carga y descarga más residuales y esporádicas, como los puntos de Erandiondo, y Errotasarreta. Las autoridades locales señalarían, que parte de la decadencia de los puntos portuarios de la ría del Asúa, podían deberse al mal estado de los muelles, indicando la necesidad que había de llevar a cabo reformas tanto en los muelles como en los caminos de acceso a los mismos, llegando a establecer en alguna ocasión impuestos de circulación por dichos caminos para afrontar las reformas.

Con el tiempo, la industrialización que surgirá a finales de siglo en la zona, irá barriendo los vestigios del mundo preindustrial en Asúa, apareciendo nuevas fábricas que desplazarán los restos de economías pasadas y el ferrocarril entre Lutxana y Mungía que supondrá la puntilla para el puerto de Asúa. Ya en 1908 el puerto de Asúa estaba prácticamente en desuso, sin actividad y en estado deplorable.

Con el paso de los años apenas quedan restos de aquel viejo puerto que llegaría a rivalizar con el de Bilbao.